HISTORIA Y PATRIMONIO DE ARIÑO



HISTORIA DE ARIÑO

Se cree que en lo alto de la colina que domina la población, existió un antiguo asentamiento fortificado, que dio lugar al origen de Ariño. Constituyen los vestigios de esta fortaleza las ruinas del castillo, que pudo ser edificado durante la época de dominación musulmana, en torno el siglo XII.

En cualquier caso, la reconquista de Ariño por las tropas cristianas tuvo lugar en torno a 1230. El lugar de Ariño fue otorgado a Don Sancho, obispo de Zaragoza, quedando el término agregado a la Tenencia de Albalate, creada en 1242. La jurisdicción de Ariño quedó retenida, a través de la citada tenecia, por los arzobispos de Zaragoza, permaneciendo así hasta el siglo XIX. No obstante, en el siglo anterior Ariño se había separado de la tenencia de Albalate, momento en el que se comenzó a usar el escudo propio. El símbolo incluye como blasón el cordero místico, emblema heráldico de la zona de la Seo de Zaragoza, de cuyo cuerpo canónico dependió, a la vez que del prelado. El blasón familiar de los Ariño está igualmente presente en el escudo, antiguamente señores de la localidad; el más conocido de sus símbolos lo conforman tres lobos paseantes de Sable.

La historia contemporánea de Ariño ha estado marcada económica y socialmente por la actividad minera, desde que en 1914 se abriera el primer pozo, bautizado con el nombre de «Santa María». Como ejemplo de ello cabe mencionar la urbanización de la zona denominada «Secano Cuartana», en la parte baja de la ladera, que dio lugar al poblado minero; en los dos extremos de este poblado hay dos plazas llamadas Plaza de la Minería y Plaza del Carbón.


PATRIMONIO

Patrimonio urbanístico

Del antiguo Castillo de Ariño, apenas se conserva un muro de mampostería al que se adosa una vivienda que parece haber reutilizado parte del antiguo muro. Muy cerca de allí se emplaza la primitiva Ermita del Pilar, de estilo románico —siglo XII—, de la cual se conserva la puerta de ingreso. 

La Iglesia de El Salvador es un edificio del siglo XVIII en mampostería y ladrillo. Consta de tres naves cubiertas con bóveda de cañón con lunetos. La torre de la iglesia, de estilo barroco, posee los cuerpos superiores octogonales, si bien parece cilíndrica gracias al uso de entablamentos circulares, lo que hace que sea singular y única en la provincia. Asimismo, llama la atención su acusada inclinación, debida a una cesión que se produjo hace unos cien años. Por su parte, el interior del templo conserva su decoración rococó así como el sepulcro de un caballero de la Orden de Malta pese haber sido expoliado durante la Guerra Civil. 

Otro edificio religioso, la Ermita de Santa Bárbara, está fabricada en ladrillo; posee una nave cubierta con bóveda de medio cañón con lunetos y su cabecera es poligonal. También fue saqueada y destruida durante la Guerra Civil, siendo posteriormente restaurada en la década de 1940 por la empresa minera SAMCA. Algo más alejado, se localiza el Santuario de Nuestra Señora de los Arcos. 

Dentro de la arquitectura civil, hay que reseñar las ruinas del Acueducto de Nuestra Señora de los Arcos, situadas en la margen izquierda del río Martín, junto al puente colgante y al molino del Soto.

Patrimonio cultural

La localidad cuenta con un centro de interpretación de arte rupestre. En él se exponen reproducciones de las pinturas prehistóricas localizadas en diferentes abrigos, muchos de ellos de difícil acceso, pertenecientes al Parque cultural del Río Martín. Se ubica en el antiguo colegio construido por la empresa SAMCA. El espacio museístico consta de diferentes salas donde se muestran fotografías y calcos, a escala real, de las pinturas rupestres del parque, declaradas Patrimonio de la Humanidad.

Patrimonio paleontológico

Se ha encontrado bajo la zona minera una capa fosilífera muy importante, con restos, entre otros vertebrados, de dinosaurios. La edad del yacimiento es del Albiense, hace entre 112,0 y 99,6 millones de años. Podría tratarse del yacimiento más importante de Europa de ese período.

Se han recuperado al menos 348 huesos de seis diferentes individuos de tamaños distintos. Entre el material recuperado, se encuentran tres cráneos, dientes aislados, huesos de las extremidades y vértebras. En particular, se han descubierto los restos de una nueva especie de dinosaurio —Proa valdearinnoensis—, un inusual iguanodóntido basal, cuyo rasgo más singular es su exclusivo predentario («pico»).